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La última jornada de la Primavera Sound comenzó con potencia de la mano de Vulk en el esquinado escenario Adidas Original. Los de Bilbao se caracterizan por su potencia en directo así que supuso una buena forma de que los tempraneros asistentes se activasen, es una pena que toquen tan pronto porque más de uno se sorprenderían con lo que son capaces. Montero abrieron el Primavera with Apple Music y no decepcionó con su propuesta lo-fi con aire vintage. La voz de Bjenny Montero suena especial, diferente y se ha convertido en una seña de identidad de la banda, además los temas de su último álbum Performer como ‘Montero Airlines’ o ‘Vibrations’ son emocionantes y certificaron una gran actuación.
El primer punto negativo fue el sonido del escenario Adidas Original con Nick Hakim. Los norteamericanos de por sí no son un grupo que se prodigue en ser un estruendo pero se hubiese agradecido subir un poco el volumen. En la otra punta del festival en el escenario Mango y capitaneados por Will Toledo, Car Seat Headrest dio un concierto de una calidad sonora innegable pero es cierto que los temas del recién editado Twin Fantasy suenan peor que los del Teens of Denial. El setlist se basó en este último dejando ese sabor de repetición con respecto a su concierto de 2016 también en el Primavera Sound.
Las siete de la tarde fue la hora perfecta para Rex Orange County, es el momento de entrada de la mayoría de gente y no existe mejor primera impresión que encontrar en el escenario Pitchfork a Alex O’Connor dando un recital sonoro. El precoz artista inglés hace una música muy bonita y trabajada. Se notó durante toda la actuación el feeling entre el público y el cantante. Jane Birkin también puede presumir de lo mismo porque dio uno de los recitales del día. El respeto del público – y la emoción de Miqui Puig- hacia la artista se tradujo con silencio entre y durante temas, menos el durante la canción ‘La Gadoue’ que se coreó junto a la británica. Puede que Jane Birkin estuviese encantada con el recibimiento pero James Ross, director de la Orquestra Simfònica del Vallès, fue el más espontáneo y sorprendido de la recepción del show en formato festival. Algún pequeño altavoz alteró el concierto pero hay que agradecer que la organización se arriesguen en traerlo festival y que no lo programen en el auditorio.
Ataviada con un dos piezas negro brillante que reflejaba las luces y telas rojizas de la puesta en escena del escenario Mango, Lykke Li comenzó el concierto presentando una de sus últimas canciones ‘deep end’, pegadizo corte de So Sad So Sexy, su próximo álbum. Un conjunto de bailes sensuales transcurrían por cada canción hasta que se hizo de noche con ‘Little Bit’. Y es que la actuación de la sueca dejó al público bastante impasible. Posicionada de perfil, Lykke Li cantaba a los laterales del escenario ensimismada en sus movimientos, casi como si bailase en la soledad de su casa con las canciones que le han llevado a ser una de las férreas bases de la música sueca. Esto no ayudaba más que a la ausencia de reciprocidad entre el público y ella. La poca complicidad se notó hasta en ‘I Follow Rivers’, bala en la recámara que fue disparada antes de tiempo, en concreto fue la penúltima canción, casi invitando a los asistentes a marcharse a buscar sitio para el siguiente concierto. Qué se puede decir de Slowdive que no se haya dicho ya. Los temas nuevos de los británicos suenan como si nunca se hubiesen marchado y los viejos son simplemente imperecederos. Todos los grupos deberían tener licencia para cerrar los conciertos con ‘Golden Hair’ tal y como hicieron estos profesionales del shoegaze.
Melina Duterte aka Jay Som puso la nota dream-pop a este Primavera Sound. La angelina se soltó desde los primeros compases y disfruto cada segundo de actuación que dispuso. Pese a que su estilo no sea de levantar a las masas y sea un concierto más para disfrutar a plena luz del día, los que se decidieron ir a verla salieron más que satisfechos y no se dejó ningún tema importante de su Everybody Works. Empezar con ‘Sober’ es jugar sobre seguro, Lorde lo supo al comprobar cómo el foso del escenario Seat repleto se movía a su son. La neozelandesa brilló e hizo brillar, bailó e hizo bailar. Supo dar y recibir. A pesar de no moverse con una gracia nata, los bailarines y coreografías milimetradas ayudaron a un movimiento continuo en su concierto. Beneficiaba este flujo un vestido de doble altura, con transparencias y celeste a juego con el maquillaje de sus ojos. No faltaron tampoco los espasmos característicos en torno a las bases y ritmos de sus canciones. La pega de Lorde fue que le juegan una mala pasada los propios coros pregrabados, en esta ocasión sonando por encima de su voz principal. Suplido con una conexión especial entre quienes le miraban atónitos ser aupada, Lorde lo dejó claro al empezar: esa era su casa y en ella se bailaba.
Al fin tocó el turno a la banda esperada con mayor ansias. Arctic Monkeys salieron al escenario con presencia, enmarcados por unas enormes letras que leían la segunda parte del nombre de la banda. La selección de temas de su repertorio estuvo guiada para que casasen con la filosofía de su nueva era, la de Tranquility Base Hotel & Casino. En este álbum en el que parece recaer toda la atención -más si cabe- en Alex Turner, en el escenario se representó igual: la banda no eran más que unos meros ejecutores, acompañantes de un frontman que supo mantener su personaje a raya. Turner se mostró chulesco pero comedido, no como sucediese hace dos años en el mismo escenario acompañado de un Miles Kane desubicado. El furor evidente en un concierto de Arctic Monkeys no se desataba con tanta violencia cuando sonaban los nuevos temas, el público había venido a ver a los de siempre, sin querer reconocer que los de siempre ya no están.
Da igual la banda que tocase después de Arctic Monkeys porque iban a tener difícil acaparar la atención. Sin embargo Beach House decidieron apabullar con su sonido a los que se acercaron. Metieron mucha intensidad pero también fueron cuidadosos con la melodías. La mitad de su setlist se basó en el notable álbum 7 y fue todo un acierto ofrecer material nuevo pero también seguir enganchado al público con sus clásicos. Seguramente rozaron más el shoegaze que el pop. Por último, Mujeres dieron un concierto para el público nacional en el Adidas Original. Los asistentes que no dieron por finiquitada la jornada y el festival o que se fueron al Primavera Bits eligieron de forma acertada asistir al concierto de los catalanes. No faltaron pogos y saltos a ritmo de los temas de Un Sentimiento Importante.