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Por Helena Malvido
La segunda jornada del Palencia Sonora comenzó por la mañana con Los Tiki Phantoms amenizando el vermut en la Plaza Mayor, consiguiendo crear congas y poniendo a una señora a surfear entre la gente montada en una tumbona hinchable. Hilarante.
La masa peregrinó más tarde a ver a Joe Crepúsculo que ofreció una sesión de bakalao blando y luego duro y se partió la camisa dando todo lo que tenía a su querido público. Siendo devuelta su hazaña en forma de bailoteos animosos y ocupación del escenario, se coronó como tantas otras veces en su trono del tecno pop. La tarde en el recinto abrió con los donostiarras Correos, enfundados en americanas blancas al más puro estilo The Hives. El trío consiguió más asistentes en el festival que el día anterior a la misma hora y sus estribillos pegadizos pusieron a todos a cantar, fans y no tan fans. El típico grupo que te cae bien.
Seguidamente, los míticos Lagartija Nick, interpretando su viejo rock and roll supieron entretener al público aunque se esperaba escuchar algo más saliendo de las tres guitarras que tocaban. Interpretación correcta pero sin alejarse de la línea ni si quiera para un simple solo. Los Bengala tuvieron que ejercer de grupo canapé antes y después de Belako, y aunque ellos mismos afirmaron en la segunda parte de su actuación que se habían enfriado, seguramente todos nos quedamos con ganas de saber cómo son en caliente. El duo llenó el pequeño escenario con su garage felino y podría llenar cualquier otro de mayor tamaño. Son puro fuego y nervio en el escenario y se merecen con creces llamarse así y vestir sus camisas de estampado de tigre.
Belako en cambio, no dieron la sensación de poner toda la carne en el asador, y los que hemos disfrutado de su música en otras ocasiones lo podemos corroborar. Aun así su calidad siempre hace efecto y el público no dejó de moverse ni de corear en ningún momento. El que es bueno es bueno y punto. Dorian, sumidos en su burbuja de divos tocaron celebrando sus diez años y consiguieron llenar el Parque del Sotillo con sus fabulosos juegos de luces. Las reacciones variaron entre bostezos y gritos, para gustos, los colores.
Por último, The Royal Concept fueron el perfecto cierre para estos dos días. Los suecos demostraron de qué pasta están hechos, desde el primer minuto adularon la ciudad y se metieron al público en el bolsillo con sus muletillas en español. Obviamente no únicamente lo lograron así, completaron su actuación con inmejorables solos de guitarra y bajo, algo que muchos grupos carecen. Una profesionalidad y apetencia hacia la música que transmitieron estupendamente.
El Palencia Sonora va creciendo año a año y es un festival recomendable para disfrutar con tranquilidad y ver en escenario pequeño a muchos que en un futuro estarán en uno mucho más grande. Más que recomendable asistir, pero no todos que si no no se mantiene su buena esencia.