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Por Quim Coll
Ilustración de Blanca Garaluce
La mayoría de seguidores del grupo, incrédulos, evocaban tiempos pasados y recordaban los dos primeros álbumes. Els millors professors europeus, publicado en 2008, les valió a los barceloneses el premio a grup català revelació de 2008, y 10 milles per a veure una bona armadura confirmó ese agradable sonido folk que les hizo saltar a la fama. Pero con su tercer disco ya quisieron dejar claro que no son sólo carne de folk, y el cuarto ha sido la confirmación oficial de que hagan lo que hagan, les saldrá bien.
Sus dos primeros singles, de los que ya os hablamos hace unas semanas, fueron una auténtica declaración de intenciones. El primero, ‘Sabotatge’, es de los cortes más destacados del álbum, una canción de tintes ochenteros, con fuerte presencia de la sección rítmica a cargo de Arnau Vallvé que invita a bailar y a gritar el estribillo hasta la saciedad. El segundo, ‘Les Cosines’, canción que abre el disco, es un himno de estadio que bien podría haber sido producido por Arcade Fire o por los primeros Coldplay (salvando las distancias).
Y es que Manel lo han puesto todo en este disco. Influencias con las que nunca habríamos relacionado al grupo catalán, como St. Vincent en ‘Cançó del dubte’, Juan Luís Guerra en otra de las canciones más destacadas del disco, ‘La Serotonina’ (el primer ejemplo que se me ocurre de reggaeton catalán) o M83 en ‘BBVA’ son constantes y siguen sorprendiendo y retando a los oyentes para que las acaben de descubrir todas. Sea como sea, el cambio les ha sentado bien, con la producción americana de Jake Aron, productor de bandas como Grizzly Bear o Chairlift y muchas de las características que definían al grupo siguen ahí: las letras misteriosas, crípticas y poéticas de Guillem Gisbert; los arreglos musicales del propio Guillem y Roger Padilla, el guitarrista del grupo; las líneas de bajo contundentes de Martí Maymó; y la batería energética de Arnau Vallvé. Manel siguen siendo los de siempre, pero a otro nivel.
En cuanto a las canciones (a parte de las ya mencionadas), destacar también ‘Temptacions de Collserola’, ‘L’espectre de Maria Antonieta’ y ‘Avança Vianant’, que junto a los dos cortes más flojitos del disco, ‘M’hi vaig llençar’ y ‘Arriba l’alba a Sant Petersburg’, conducen al disco a su apoteósico final. Y es que la última canción del disco, ‘Jo Competeixo’, homónima del disco, es de lo mejor que han hecho Manel nunca. Ocho minutos y medio de pura épica, de pura actitud, de pura competición. Manel mandan un mensaje a toda la gente que dudaba de ellos, «Ni sospiteu què està passant/un bon amic us ho hauria hagut d’explicar/vaig derrotar-ne molts abans millors que vosaltres». El cuarteto se autocita, se autorreferencia en una canción desafiante, altiva y soberbia. De un modo u otro, este tema sería para la discografía de Manel lo que ‘A Day In The Life’ es para la discografía de los Beatles. A diez años vista, la gente se olvidará de ‘Al Mar’, la canción con la que los barceloneses saltaron a la fama, y tendrá esta en la cabeza.
Manel ya no están para tonterías. Hace años que han superado 2008, y están listos para seguir adelante a su propia manera, guste o no. Porqué lo hacen todo bien, y lo saben. Tal y como lo ponen ellos mismos en la canción que cierra el disco, «…a hores d’ara ja no esperareu una celebració discreta. Primer miro amb respecte, com qui ha gaudit d’una lluita igualada però, si us hi fixeu, porto el somriure de qui s’aguanta una riallada«. El mejor grupo catalán de la actualidad no compite. Tuvieron que competir para llegar dónde están, pero a partir de ahí han dejado de hacerlo. Lo único que hacen es GANAR, y van ganando por goleada.