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Por Helena Malvido
Señoras y señores, Mac ya tiene 27 años y ya no está tan a tope con pintarse los labios, dar su dirección al final de un disco, liarse con un colega en un vídeo o enseñar el culo al público a la mínima que puede. Además, si nos paramos a pensar, ya lo fue avecinando en Another One. Ya estaba listo para dar un paso más maduro y reflexivo y ha salido de su fórmula de juntar singles en LPs, para escribir sobre algunas de sus inquietudes más profundas, como la relación con su padre (‘My Old Man’, ‘Watching Him Fade Away’) y formar con todo ello un disco con un concepto central. DeMarco se está moldeando a sí mismo en forma de individuo experimentado y ya no le inquieta lo mismo (‘Dreams From Yesterday’).
Hay que cambiar la perspectiva a la hora de abrir los oídos a este LP. No es que su música haya dado un giro inesperado, todo sigue en su línea de jizz jazz y teclados ochenteros, simplemente ha tomado otra salida. Por supuesto, nos ha dejado canciones de amor, algo que se le da bien, le encanta y a nosotros también y dos o tres temitas para tener on loop. Este trabajo es para meterse de lleno y soñar con él, ya no es para ponerlo con amigos y beber cerveza, ni para rellenar vídeos de skate. Es para instantes existencialistas y listas tranquis. Es la cara B de Mac DeMarco.
Ahora toca disfrutar de un directo de aura amable y solos de piano y no poner mucha ilusión en cuál será su próxima chorrada. Madurad con Mac DeMarco o esperad a que This Old Dog camine a la par de vuestras experiencias vitales. Para todo lo demás ya tenemos su anterior música.