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Por Quim Coll
Viento y lluvia amenazaban con oscurecer la última jornada de una genial edición del Vida Festival. Por suerte, al final sólo se quedó en un poco más de frío de lo normal, y el día transcurrió tan agradablemente como el resto. Fue en ese contexto donde tocaron Enric Montefusco, que llevo su pop-folk de tintes épicos al escenario La Masia, y My Expensive Awareness, que complació a fans y a no fans con 40 minutos de locura musical en La Cabana Jägermusic.
Uno de los platos fuertes del día llegaba pronto: Rosalía se subía al escenario El Vaixell junto a Raül Refree en uno de los conciertos más multitudinarios vistos en esa zona. El bosque se llenó de gente que durante una hora se sentó en silencio absoluto escuchando a la catalana, que demostró porque es uno de los nombres en alza de la música nacional. La cantaora desplego su repertorio de cálido flamenco en un precioso y emocionante concierto.
Los catalanes Mishima abrieron el escenario principal a las 21 de la noche. La puesta de sol dejó un cielo rojizo precioso, que encajaba a la perfección con el despliegue melódico de los de David Carabén. Presentando canciones de su nuevo disco Ara i Res, y tocando clasicazos como ‘Tot Torna a Començar’ o ‘Cert, Clar i Breu’. Segurísimos de si mismos, sabiendóse en casa, Mishima dio un concierto espléndido de principio a fin, preciso, energético y sin lugar a fallo.
La sorpresa de la jornada fue el concierto que dio Pau Vallvé en La Cova Movistar. El cantautor y su banda llenaron el escenario compitiendo con la propuesta indie oscura de Warhaus en La Masia. Sintiéndose comodísimos, entre broma y broma, la banda entera llenó el aire de su música triste pero animada, quizás lo más acercado a música emo en catalán que podamos encontrar. Un concierto de 10 en el que Pau Vallvé interpreto temas de su destacadísimo ‘Abisme, Cavall, Hivern, Primavera i Tornar’ así como canciones antiguas para la delicia de los fans, con quiénes la complicidad se plasmó en un sing along enorme que emocionó a más de uno.
A partir de allí empezaron algunos problemas. ¿Qué pasó con los Fleet Foxes? El concierto de los de Seattle era el más esperado del festival; aún así, no cumplieron del todo con las expectativas. No fue para nada un mal concierto, sencillamente fue un concierto solvente. Las canciones de su nuevo disco, Crack-Up, sonaban sobrecargadas y mal ecualizadas. Por suerte la banda tiene repertorio para rato, y temas como ‘Mykonos’, ‘White Winter Hymnal’ o la maravillosa ‘Helplessness Blues’ hicieron que quedarse a verles valiese la pena, pero aún así un poco decepcionante la actuación de los de Robin Pecknold.
Les siguieron Warpaint en el escenario La Masia. Las americanas se lo pasaron en grande e hicieron bailar al público pero sus canciones al final acababan resultando monótonas y algo aburridas. Por suerte, hits como ‘New Song’ o ‘Whiteout’ no fallan nunca. Al contrario que Jagwar Ma, que llevaron su pop psicodélico al escenario Estrella Damm con un concierto en el que pareció que tocaban solo una canción, una larguísima y tediosa canción.
Por suerte el Vida es un festival que también apuesta por los nombres pequeños. Los conciertos de Fumaça Preta y Anímic en La Cabana Jägermusic y el de Chico y Chica en La Cova Movistar fueron una alternativa perfecta a los conciertos de los escenarios principales. Divertidos, auténticos, no tan llenos (aunque el público nunca es un problema en el Vida), los conciertos de los grupos pequeños fueron los que salvaron el último día del Vida. También los madrileños FAVX, con quiénes el festival cerró los conciertos en La Masia d’En Cabanyes, fueron una burrada; su garaje marrullero levanto pogos y ampollas por doquier, y solo necesitaron aproximadamente 40 minutos para comerse al festival con patatas.
Vida DJs y The Magician fueron los encargados de cerrar el festival a base de pinchar hits. Un año más, el Vida Festival cerró un magnífico evento, este año más ambicioso que nunca. El festival, que sigue agotando abonos edición tras edición, y que ya aparece en la lista de los must nacionales de verano, parece que también se está expandiendo a un público más europeo, otra prueba más de la calidad y el cariño con los que los organizadores del festival montan una de las experiencias más bonitas de cada verano. Un festival que, sin duda, te hará repetir año tras año.