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Por Helena Malvido y Paula D. Molero
Volvemos al PS pero a uno un poco distinto. El Palencia Sonora. Un año más el Parque del Sotillo concentra lo mejor de cada casa del panorama actual, en forma de festival en el que da tiempo a ver todo y nada se solapa. ¿Estamos ante el paraíso festivalero? Cremita de la buena para disfrutar de cerca de tus grupos favoritos y poder descubrir a otros. No solo con eso, también ofrece actividades durante el día, como los conciertos a la hora del vermú. Repasemos a quién no te puedes perder.
Uno de los emergentes destacados por Oceaund, Cala Vento, están de buen año y este evento es sin duda una gran oportunidad para ver a los catalanes en petit comité. El dúo lleva girando desde que presentó en enero su largo Fruto Panorama y el Palencia Sonora está fetén para poner los cinco sentidos en todo su dinamismo y sus letras.
Es un poco bajón que Los Nastys toquen solo media hora, pero a ellos les sobra para beberse el escenario. Si bien ‘No hay amor en las calles’, en sus bolos sí y aunque nos rompa el corazón que no toquen más tiempo, no hay que perdérselo. Hay trenes que solo pasan una vez en la vida, baby.
Bautizaron lo suyo como música porc, un mix de punk, techno, rock y cumbia con el que nos prometen este sábado un vermú, de todo menos tranquilito. Cancela ese plato de rabas porque no vas a poder dejar de bailar. Trae a Los Ganglios escuchados de casa porque vas a querer cantar sus temas a pleno pulmón.
Con una contundencia punzante y burlona, Estrogenuinas traen desde Salamanca el espíritu del punk sucio remodelado y lleno de juegos de palabras. Su EP Sonido Chirll-Out en palabras textuales de las componentes viene de “lo que les sale de la chirla”. De ahí o de donde sea, está claro que saben sacar todo el jugo que llevan dentro.
Havalina celebran nada más y nada menos que 15 años sobre el escenario pero en Muerdesombra han salido de su zona de confort para experimentar con su ya noveno álbum. Un remix de sintetizadores y tormentosos acordes, con el que el trío madrileño promete convertir el Palencia Sonora en un escenario de ciencia ficción.