Por Alfonso Alfaro y Tatiana Moro

El new normal ha sido la base en la que se ha sustentado esta última edición del Primavera Sound, a las puertas de su vigesimo aniversario, con una apuesta por el sonido urbano que no todos han encubrado. Sin embargo con su all in por la paridad y la apuesta por géneros anteriormente residuales, había quienes cambiaban su opinión sobre el cartel tras el término del evento. En Oceaund disfrutamos de Rosalía, Janelle Monaé o Solange y quizás un poco menos de J Balvin, Charli XCX o Miley Cyrus pero en esta crónica nos centramos en los artistas que no gozan de tanta repercusión mediática, que también han sido parte de este festival y que, sobre todo, hablamos de ellos durante todo el año.

Soccer Mommy

Si algo tienen en común las tres jornadas del festival es que en todos sus primeras actuaciones son artistas o bandas nacionales. Tras unas enérgicas Las Odio que pelearon contra la pereza y la solana, Soccer Mommy ofrecía su concierto debut en la península y, la verdad, fue todo lo contrario al cuarteto madrileño. Sophie Allison es la cantante y líder de la banda estadounidense de dream pop, género muy de moda al otro lado del Atlántico. Su falta de ritmo y energía desde los primeros instantes de actuación fue un lastre para conectar con sus pegadizos temas. Además, se enrocaron en interpretar canciones de sus primeros EPs en vez de incidir aún más en su debut Clean dejando un set bastante mejorable.

Dream Wife

Sorprendió el pequeño escenario al que fueron relegadas Dream Wife sólo justificado por haber publicado un único álbum, Dream Wife, porque el trío se convirtió en un conjunto descomunal que agrandó el Adidas a base de canciones convertidas en pildorazos. Rakel Mjöll arrolla con poses, muecas juguetonas y la invitación al público a implicarse, que no pudo resistirse. Tampoco se quedaron atrás sus compañeras, Alice Go y Bella Podpadec que se dedicaron solos de guitarra de lo más strokianos.  El desgarro llegó en ‘Let’s Make Out’ pero se hizo aún mayor en ‘Somebody’, abanderando la idea del festival y dejando claro que las mujeres somos alguien, no sólo nuestro cuerpo.

Big Thief

La propuesta folk rock de Big Thief puede no casar con la situación que tuvieron delante: escenario SEAT y a las 19.30 de la tarde. Aunque pronto se pudo comprobar que era el espacio y momento adecuado para Adrianne Lenker y su banda. Los de Brooklyn interpretaron sus mejores temas con especial hincapié en su reciente U.F.O.F.. Además, todas las canciones sonaron más rockeras que al folk que nos tienen acostumbrados y con una gran frontwoman como Lenker desgañitándose en la voz para caldear el ambiente en los momentos adecuados y suavizándola para crear una atmósfera de tranquilidad en otros.

Sigrid

Con un hype que venía de lejos, Sigrid se sumó a esa lista de artistas que aupados por una u otra razón acaban defraudando por la expectación generada a pesar, eso sí, del regocijo general del público. Sucker Punch, su reciente trabajo debut, y estirar sus inicios desde 2017 le llevaron a gozar de un horario privilegiado en el Pitchfork que no supo aprovechar. El sonido del escenario no le benefició, tampoco la descuidada y casi improvisada puesta en escena de una artista que apunta a quedarse en el pop. No es de desmerecer que las canciones de la noruega son recibidas como himnos, coreadas a todo pulmón, y ella responde insípida al entregado público.

Bakar

En la otra punta del festival, en la playa, donde el Primavera Sound muestra otra faceta y parece tornarse en un evento completamente distinto, Bakar se presentó ante un público en la arena y mayoritariamente extranjero con su banda. Él de arriba a abajo de rojo, ellos con camisetas del álbum debut del londinense, adoptando un virtuoso segundo plano para hacer espacio al carisma del autor de Badkid, que desplegó la actitud punk y la melancolía en baladas bien medidas. Bakar puso los puntos sobre las íes cuando a la mezcla de géneros se refiere. Lo bordó.

CHAI

Japón es un país muy maltratado musicalmente en occidente, pero CHAI fueron una de las bandas más aplaudidas durante el festival. Ofrecieron dos sets, uno en el escenario Adidas Original y otro junto al mar en el OCB Paper Sessions a media tarde. Aunque puedan pecar de estereotipo de banda de rock japonés, este cuarteto liderado por las hermanas Mana y Kana tienen una facilidad para conectar con su público que ya les gustaría tener a más de un cabeza de cartel de esta edición. Si las canciones de CHAI son ya rápidas de por sí, en directo lo son aún más llegando a la sensación de dar un concierto corto pero intenso.

Cariño

Con la ausencia de la batería suplida con teclados y samples, el trío madrileño Cariño inauguró la jornada del sábado dejándonos «sin siesta». La sucesión de los temas de Movidas, su debut, obligan a no parar de bailar y así activaron al público, olvidando el placentero sueño de media tarde.  No pudieron faltar ‘Llorando en la Limo’ y la referencia a C. Tangana, tampoco un alarde a la libertad en consonancia al new normal con ‘Bisexual’. Las jóvenes resuelven un concierto notable, con un carisma y compenetración entre ellas que alivió las primeras horas del último día.

Christine & The Queens

Quizás por el pop, quizás por la importancia que las artistas dan a la danza, los cuerpos de baile han tenido un merecidísimo protagonismo en esta edición del Primavera Sound. Brillaron con absoluta y especial rotundidad en Christine & The Queens. Chris, que así nos dijo que debíamos llamarle, impresionó con unas coreografías que aportaron coherencia narrativa al concierto -con especial hincapié en monólogos sobre la identidad y la orientación sexual-, también con la puesta en escena llena de sincronizada pirotecnia y, por supuesto, la música. Todos ellos fueron elementos de un cóctel perfecto, engranado desde el principio hasta el fin. La sensación de disfrute se prolongó durante todo el concierto para desembocar en una necesidad generalizada de volver a verlo todo otra vez, de nuevo, como quien necesita revisionar una película que le ha fascinado.

Nilüfer Yanya

2019 parece que es el año de Nilüfer Yanya, ha publicado uno de los discos del año y está haciendo una gira de mayor magnitud a la del año pasado. ¿Qué significa esto? La cantautora va flanqueada por toda una banda –bajo, teclados, batería y una corista-. En cuanto a la actuación en sí, la británica tiene siempre una actitud distante y pasiva que se contradice con la intensidad con la que canta y toca la guitarra. El sonido del escenario Pitchfork fue uno de los más discutidos del Primavera Sound, durante el set de Yanya el bajo y el bombo de la batería devoraron el sonido del resto de instrumentos. Los mayores halos de grandeza se vieron cuando interpretó el último tema del show Heavyweight Champion of the Year –también es la canción que cierra el disco- como si fuese una PJ Harvey contemporánea tocando ‘Rid of Me’ sutilmente acompañada por la batería al final de la composición.

Boy Pablo

Un concierto de Boy Pablo viene siempre cargado de un ambiente de felicidad gracias a esos temas tan veraniegos que tanto recuerdan a Mac DeMarco. Desde la primera canción se pueden ver cosas buenas y negativas de una banda tan joven como la del noruego Pablo Múñoz. La parte positiva son esas ganas de tocar, de entretener al público y ver como los artistas que están sobre el escenario son los primeros en pasarlo bien; y eso se transmite a los asistentes. Pero tampoco hay que negarlo, son unos chicos que están un poco verdes: largos parones entre canciones, algo nerviosos al principio… Son elementos a pulir de una banda a tener muy en cuenta en el futuro.

Shellac

Acabar la crónica con el concierto de Shellac en el Primavera Sound tiene un punto poético. La banda que año tras año está en el Parc del Fórum, la banda que les da igual en qué escenario tocar, la banda que siempre van asistentes a verla –o saltársela dependiendo los solapes-. Sea como fuere Shellac son un seguro de vida musicalmente hablando y mientras sigan viniendo año tras años seguirán demostrando por qué son una banda de culto. Steve Albini y compañía son una eminencia del noise rock y su propuesta funciona desde el primer golpe de batería o riff de guitarra con un sonido impecable y machacón en el escenario Ray-Ban. Larga vida a Shellac.