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La celebración de los Goya de este año me ha hecho recordar el cabreo que cogí cuando el año pasado ganó el premio a mejor película La Isla Mínima en lugar de Magical Girl. Aunque a menudo el Goya vaya a parar a una película que lo merezca, en otras ocasiones el veredicto es incomprensible y entre las nominadas se quedan atrás, como ocurrió en este caso, auténticas joyas. Aunque eso no le quita ninguna calidad ni mérito a la no-ganadora, sí le resta mucha visibilidad.
A pesar de haber ganado la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián, Magical Girl es una de las películas que más visibilidad hubiesen necesitado de cara al público convencional precisamente por su falta de convencionalidad. Carlos Vermut supuso desde Diamond Flash un soplo de aire fresco al cine español que por desgracia solo ha llegado hasta el momento a un público minoritario. De hecho, el total de la recaudación en España fue superado por la recaudación que en Francia consiguió la película en menos de un mes.
En el país vecino el nombre de estreno fue La niña de fuego, canción de Manolo Caracol que Vermut utiliza para armonizar una maravillosa fusión de lo castizo y lo moderno, un producto resultante muy personal marcado, en sus propias palabras, por la lucha entre la racionalidad y pasión que nos caracteriza como país.
Pony Bravo tiene su propia versión del tema, ‘Ninja de Fuego‘, que fue la que hizo al director llegar a ella y crear esta preciosidad de escena.