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Por Alfonso Alfaro, Fon Smith y Tatiana Moro
Con unas de sus mejores compilaciones de artistas en una misma edición, la primera jornada del Bilbao BBK Live estuvo marcada por la cambiante meteorología. Pero ni un sol abrasador consiguió que los asistentes dejasen de disfrutar las primeras horas del evento ni el sirimiri (concepto vasco para definir a la lluvia fina que cala) disipó a la gente de las primeras filas que esperaban pacientemente a Arcade Fire. Pese a esto, la mejoría de las instalaciones del festival, sobre todo en lo que a decoración se refiere, era visible, con especial hincapié en el espacio Basoa.
Las aglomeraciones iniciales que quizás pillaron por sorpresa a la organización fueron las culpables de no poder ver a Little Scream. La propuesta de Gallant no es ni mucho menos desdeñable por el torrente de voz que gasta el cantante y que tanto gusta espectadores en esos programas como X-Factor o The Voice. Más allá de la calidad del bolo, el concierto del estadounidense sirvió para evaluar superficialmente el correcto sonido del escenario Heineken.
Después de un Gallant imparable, el escenario principal hospedó a unos Years&Years que aglutinaron a la marabunda de gente que pululaba por el festival sin rumbo fijo y a las oleadas de asistentes que entraban periódicamente al recinto. El carismático Olly Alexander, ataviado con un look de lo más guiri y con una camiseta donde -según explicó él mismo- había serigrafiada un heartcock, no puso demasiados esfuerzos en involucrar a unos espectadores que sólo se implicaban cuando sonaban las canciones más reproducidas en la radiofórmula patria. Alexander bailó en su alarde por descubrir que no solo de vaivenes de un pie a otro va la cosa pero no llenaba el escenario aún teniendo tras de sí un dúo de coristas que le hacían de refuerzo. Aún así, las siempre fieles primeras filas se ganaron al también actor cuando le tiraron un peluche con carta incluida que éste no podía casi leer debido a la rápida sucesión de canciones que dejaban ver el poco tiempo que había para el speach.
A pesar de que Chvrches se postulaban como uno de esos grupos que añadirían un plus que engrandecerían la jornada, los de Lauren Mayberry se mostraron planos y comedidos en su hora de concierto. La idiosincrasia inglesa o la personalidad de la formación expusieron un repertorio cuidado en el que los intermedios estaban reservados para admirar la belleza del entorno del festival -montes y árboles allá donde se dirigiese la mirada- y una referencia con marcado carácter de disculpa y arrepentimiento a la decisión de sus compatriotas por el Brexit. A pesar de que la interpretación se ciñó fielmente al sonido de estudio, la frontwoman parecía desarrollar una serie de gestos preestablecidos que iban desde moverse de un lado al otro del escenario, subirse a un pequeño podio, y dar vueltas sobre sí misma cuando las melodías y sus compañeros eran los protagonistas. En pocos momentos sucedió esto último, hasta que Martin Doherty intercambió el puesto con ella para interpretar ‘Under The Tide’ y ‘High Enough To Carry You Over’.
La hora elegida para encumbrar a Anthony Gonzalez, alma mater de M83, como uno de los triunfos del jueves se debió a una mezcla entre el atardecer y la elección de temas que el francés hizo de su ya extenso repertorio. Aún saliendo 20 minutos tarde -que podían justificarse por los titubeos e intentos de cambios en el programa-, la combinación de canciones de su último trabajo y los singles que le dieron la victoria en el gran público resultaron la unión ganadora. El decorado imitando las estrellas de la portada de Junk, el juego de luces y la puesta escena más oscura e intimista de lo que podíamos imaginar lograron que M83 atrapasen a los asistentes durante la mayor parte del tiempo que estuvieron sobre el escenario pero nos perdiesen cuando se introdujeron en largas e interminables composiciones instrumentales. La intervención de MAI LAN en varias canciones ayudó a que esta desconexión se desvaneciese y dejase un buen sabor de boca.
Tanto el horario como asignación en el segundo escenario fueron injustos para New Order y, posiblemente, sacrificados en pos de coger sitio para ver en posición a Arcade Fire. Los ingleses están en un buen estado de forma que, curiosamente, brillaba por su ausencia hace cuatro años. El inicio titubeante y frío se solucionó con la interpretación del single ‘Tutti Frutti’ de su último trabajo Music Complete. Sin embargo el éxtasis llegó -cómo no- con ‘Blue Monday’ y ‘Love Will Tear Us Apart’. Una pena que el bajo volumen no lograse que la banda comulgase más con el público.
Puntual como un reloj salió Win Butler con toda su tropa para hacer un impasse en una jornada donde la electrónica y el pop había inundado cada escenario. Es muy posible que Arcade Fire hayan sido el cabeza de cartel de mayor trascendencia que ha pasado por el festival desde Radiohead en 2012. El juego de espejos en el background hacía que la perspectiva de cada asistente fuese única. ¿En cuanto a lo musical? Los canadienses se acercan más a una orquesta que a una banda al uso y, pese a un volumen inicialmente bajo, cada instrumento como voz eran igual de disfrutables. Hacia el final del concierto, antes de interpretar ‘Here Comes the Night Time’ y la magnífica ‘Wake Up’, tuvieron un pequeño bajón en el setlist donde incluso hubo gente que se atrevió a abandonar el concierto. Errónea decisión, Arcade Fire merecen cada minuto de actuación. Así lo demostraron hace unos días en Barcelona y lo volvieron a hacer en Bilbao ayer envolviéndonos en un aura única.
Una de las cosas buenas o malas, según el prisma, del evento vizcaíno es que una vez acaba el cabeza de cartel no hay una desbandada masiva de gente. Puede que sea el camping o puede que sea que la calidad de la programación restante no desmerezca en absoluto. Por esto del pequeño último esfuerzo para ver al dúo Blood Red Shoes. El sonido de la carpa no les hizo ningún favor a su rock facilón descabezado. Pese a ello la mitad del directo es actitud y de ello les sobra.
O quizás la guinda del pastel se la comieron quienes debían hacer que toda la marabunta de gente se quedara bailando en el recinto y no yéndose a dormir, Hot Chip. Los ingleses se lucieron, se gustaron y encantaron. Bailamos con ellos hasta no poder más con temas de ensueño como ‘Flutes’, ‘Over and Over’, y el que pudo ser momentazo de la noche ‘I Feel Better’. Alexis Taylor, Joe Goddard y los suyos demostraron que no están solo hechos para sonar en un club, sino también para hacer un directazo que haga vivir una noche diferente.
Con un Basoa a reventar, Four Tet solo tuvo que poner un primer tema de inicio para hacer gritar a todo el mundo de emoción. La gente lo esperaba desde hace tiempo y se notaba. En una sesión donde alternó techno y otros temas de base más house (siempre con su aura experimental que lo caracteriza), no dejó de sorprender y hacer bailar, consiguiendo que sus dos horas de set volaran entre emociones.